Sylvain Houlès no es un ganadero normal. Hijo de agricultores del departamento de Tarn –en el sudeste francés, cerca de Toulouse– abandonó el hogar familiar con 15 años para dedicarse profesionalmente al rugby, deporte en el que llegaría a convertirse en una estrella –tiene incluso una página dedicada en la Wikipedia–. Jugó en el Toulouse Olympique, uno de los mejores equipos del país, y también en la selección nacional francesa, una de las mejores del mundo. Ya retirado, decidió invertir sus ganancias en una granja.

Compró tierras cerca de la casa de sus padres, en el pueblo de Roumégoux, y desde hace cuatro años se dedica a la cría de vacas y, sobre todo, de ovejas raza laucane para la producción de leche destinada casi exclusivamente a la producción de queso roquefort. Una actividad que, incluso en un país tan celoso de su mundo agrario como Francia, resultaba una apuesta arriesgada.

Pero la granja de Houlès no es como las demás. Cuando empezó su construcción se inscribió en un programa de modernización rural que contaba con ayuda técnica de cooperativas y sindicatos agrarios y colaboración económica de las instituciones locales y regionales, y con estos recursos se propuso a crear una explotación autosuficiente tanto energética como alimentariamente.

Los secadores solares garantizan forrajes frescos al ganado durante todo el invierno

La joya de la infraestructura es el establo cubierto con centenares de metros cuadrados de placas solares. El calor que generan es transportado mediante unos grandes ventiladores hacia las cajas donde se almacena todo el forraje cosechado en verano. En menos de una semana, los secadores solares dejan en condiciones todo el alimento necesario para los seis meses de la temporada invernal que las reses deben pasar sin pastos frescos y, además, éste es de una calidad extraordinaria.

Antes, durante los meses fríos, las ovejas comían importantes cantidades de piensos y cereales en grano, porque el forraje recolectado en el periodo estival no era suficiente para cubrir todo el invierno. Además, debido al clima húmedo de la zona, las reservas del mismo dependían excesivamente del tiempo que hiciera durante la cosecha.

El ahorro, sin embargo, no se limita a los alimentos. Al haber dejado de usar forrajes ensilados –guardados en grandes rollos cubiertos de plástico– se reduce enormemente el consumo de combustible, ya que su transporte y esparcimiento requería de un mínimo de una hora de tractor diaria.

Excedente de electricidad

El resultado es la total autosuficiencia alimentaria de la granja, que ya no depende de la variación del precio de los piensos –extremadamente volubles y siempre al alza– y casi la total autosuficiencia energética, ya que la electricidad que consume la explotación ganadera es totalmente de producción propia, generada mediante energías renovables. De hecho, incluso pueden vender el excedente de producción eléctrica, y el consumo de gasoil se ha reducido por debajo de la mitad.

Además, los ganaderos han constatado un menor rechazo de la comida por parte de los animales, que encuentran más apetitosos los alimentos frescos, y una mayor calidad de la leche recogida, gracias al más alto contenido en proteínas del forraje secado en menos de una semana. El sistema de almacenaje y distribución de la comida no solo es más económico en términos energéticos, sino que también exige menos horas de trabajo.

El almacenaje y distribución precisan de menos energía y menos horas de trabajo

El resultado garantiza la sostenibilidad económica de la explotación y de los puestos de trabajo, un campo más cuidado y productivo, un menor riesgo de incendios forestales y una producción de alimentos –en este caso leche y queso– de mayor calidad a un precio más asequible gracias a las estructuras de distribución y comercialización empleadas.

El proyecto fue posible gracias a la cooperación de diversas instituciones públicas, que no sólo ayudaron financieramente, sino de manera muy especial en formación y asesoramiento: especialistas en nuevas construcciones, en edificación en madera, en eficiencia energética y en otras materias participaron en el diseño de los establos.

Aunque no es una granja al uso, la explotación de Houlès ya no es un caso aislado ni una excepción. De hecho responde a una estrategia nacional impulsada por el ministerio francés de Agricultura, Sector Agroalimentario y Bosques, que ya ha instalado miles de estos secadores solares, además de otros avances tecnológicos en una línea similar de ahorro energético –el precio del combustible es una de les principales causas de la quiebra de explotaciones agrícolas– y menor dependencia de los mercados agrícolas globales, demasiado expuestos a los vaivenes de la especulación.