El municipio guipuzcoano de Legazpi pasó a formar parte del programa mundial de Ciudades por el Comercio Justo (Fair Trade Towns) el pasado 8 de noviembre. La iniciativa culmina una trayectoria centrada en la promoción de hábitos de consumo responsable con un acento especial en los aspectos medioambientales. Es también el premio que ha obtenido Legazpi por su compromiso y perseverancia para lograr adherirse a un movimiento que trabaja por una relación comercial justa y equilibrada entre trabajadores, productores y consumidores.

Ciudades por el Comercio Justo es una campaña a nivel internacional que invita a sumarse a este proyecto y a ser reconocidas por sus promotores a todas aquellas localidades que consigan los objetivos de trabajar en red de manera ponderada sabiendo combinar las cuestiones locales con los aspectos globales de los problemas. Hasta la fecha, ya trabajan bajo esa metodología 1.300 municipios de los cinco continentes. El movimiento busca generar “espacios de encuentro entre organizaciones y ciudadanía con un objetivo en común: hacer del comercio justo una opción real”.

Formar parte del programa implica realizar un mínimo de compras éticas

La integración en el programa para ser una Ciudad por el Comercio Justo parte de una clasificación previa entre las ciudades en función de su población: las de menos 10.000 habitantes, las que tienen menos de 200.000 y las de más de 200.000. Una vez categorizado demográficamente el municipio, se establecen los parámetros a cumplir en diferentes terrenos, siempre con una ratio por residente. Legazpi, cuyas primeras referencias escritas se remontan al siglo XIII, tiene 8.639 habitantes según su último censo.

Uno de los aspectos que se tienen en cuenta es el compromiso institucional de las autoridades locales. Se valora que se posicionen políticamente en favor de iniciativas de compra ética y comercio justo, como la difusión y la sensibilización para incentivar entre sus ciudadanos el consumo de artículos procedentes de aquellos productores y artesanos de los países más empobrecidos. En este sentido, se exige a la administración municipal un volumen mínimo de compras públicas éticas.

Resulta vital el apoyo de los consumidores y es preciso que hayan suficientes puntos de venta de los productos justos. Otro criterio que se toma en consideración es la participación del sector empresarial, las organizaciones de la sociedad civil y la comunidad educativa, ya que ocupan una posición estratégica en la economía de los pequeños territorios. Por ello, se les invita a desarrollar su responsabilidad social corporativa para que tenga un impacto directo y positivo en el medio ambiente y el desarrollo sostenible de la región.

Herramienta de cooperación

Todo ello debe ir acompañado de acciones en el terreno de la comunicación y debe ser vehiculado por un grupo promotor de trabajo local. En el caso de Legazpi, esta tarea la desempeña el Grupo Tractor. Entre los objetivos del mismo –del cual forma parte el ayuntamiento, junto a otras entidades públicas y privadas– están “informar, formar y mantenerse actualizado sobre el comercio justo y sus productos, así como impulsar su consumo en las organizaciones que forman parte de la iniciativa”.

Para garantizar el cumplimiento de los indicadores del programa de Ciudades por el Comercio Justo, el ayuntamiento tuvo que presentar un formulario de solicitud con la colaboración de EMAUS Fundación Social para adquirir el estatus de Ciudad por el Comercio Justo que concede IDEAS, una consultoría especializada que se encarga de la certificación en España.

Inma Hernández, del departamento de Desarrollo Sostenible del Ayuntamiento de Legazpi y técnica de la Agenda 21 local, explica a EcoAvant.com que “en 2009, el pleno del Ayuntamiento firmó el compromiso para la contratación ética, al que siguió un plan de acción que llevó a cabo el Grupo Tractor” formado por diferentes entidades locales y vecinos.

El pequeño pueblo inglés de Garstang fue el iniciador de la campaña en 2001

La pequeña localidad británica de Garstang, situada entre Preston y Lancaster, con apenas 4.000 habitantes, se autoproclamó la primera Ciudad por el Comercio Justo en mayo de 2001. Todo había empezado un año antes, en abril del 2000, poco después del cambio de milenio, cuando un grupo de personas de distintas organizaciones locales se coordinaron para facilitar el acceso de los productos de comercio justo y hacerlos llegar a colegios, empresas, tiendas, cafeterías y restaurantes. En 2002, la iniciativa se extendió a urbes de otras naciones europeas, como Irlanda, Bélgica y los Países Bajos.

En 2006, con el objetivo de dar una mayor proyección a la campaña y facilitar un intercambio de experiencias entre ciudades de todo el mundo, se creó la Iniciativa Internacional de Ciudades por el Comercio Justo, que en 2007 recibió el apoyo institucional de diferentes organismos de la Unión Europea como el Parlamento, la Comisión o el Comité de Regiones.

Actualmente, más de 40 localidades y 23 agentes sociales españoles están involucrados en la campaña. Ciudades como Córdoba, Bilbao, Getxo, León, Madrid, Puerto del Real (Cádiz) y Torrelavega (Cantabria) han recibido la certificación de Ciudad por el Comercio Justo. Para los impulsores de este proyecto se trata de una “innovadora y eficaz herramienta de cooperación internacional para las autoridades locales y los ciudadanos”.

Coincidiendo con la certificación de Legazpi, un representante de la Comisión Interinstitucional de Comercio Justo y Solidario de Guatemala realizó una visita el mismo día 8 de noviembre. Se aprovechó la ocasión para que los alumnos de la escuela Haztegi conocieran la realidad guatemalteca a través de un testimonio directo. También se disfrutó de un desayuno elaborado con productos de comercio justo. Fuentes de la administración local destacaron la relevancia de ser el primer municipio incorporado al movimiento en Guipúzcoa y expresaron la voluntad de ampliar este compromiso en un futuro no muy lejano.