La celebración hoy del Día Mundial del Urbanismo, instituido para promover el desarrollo de ciudades más sostenibles, no ha paralizado los trabajos del mayor proyecto mundial en marcha en este terreno: la eco-ciudad de Tianjin, en el este de China. La iniciativa conjunta de los gobiernos de China y Singapur, cuyas obras se iniciaron en 2008, pretende albergar a 350.000 personas en 2020.

Cinco años después de iniciarse las obras, decenas de altos bloques de pisos construidos con materiales reciclados o reciclables y alimentados energéticamente con energías renovables (solar, eólica y geotérmica) se elevan hacia el cielo en un área de 30 kilómetros cuadrados en la periferia de Tianjin –una urbe costera de 4 millones de habitantes en la desembocadora del río Hai, a 150 kilómetros al sureste de Pekín y a unos 40 de la ecociudad–.

Las enormes torres de apartamentos, que a simple vista no parecen muy distintas de las que emergen por doquier en todo el gigante asiático, disponen de sistemas de calefacción del agua por energía solar y un sistema de refrigeración ecológico basado en la circulación de aire por conducciones internas refrescará las viviendas en verano.

Se prevé que el 90% de desplazamientos urbanos no dependan del vehículo privado

Una de las exigencias del Gobierno chino para demostrar la viabilidad del proyecto fue que tenía que levantarse en una zona considerada inhabitable y carente de agua potable. El área finalmente elegida estaba formada por una extensión de tierras salinizadas y alcalinas y las aguas se hallaban fuertemente contaminadas. Incluso había un enorme depósito de aguas residuales de 2,6 kilómetros cuadrados que se convertirá en un lago recreativo.

Las calles están flanqueadas por una iluminación pública dotada de placas fotovoltaicas y en la ciudad y sus alrededores abundan los aerogeneradores. Todas las viviendas cuentan con una plaza de aparcamiento y se han previsto puntos de recarga para los coches eléctricos.

Sin embargo, el proyecto prevé que el 90% de los desplazamientos dentro de la ciudad se lleven a cabo a pie, en bicicleta o en transporte público, que circularán por vías separadas del resto del tráfico, aunque el especialista en urbanismo del Banco Mundial Arish Dastur cree que el diseño de enormes bloques de pisos aislados convertirá “incómodos” dichos desplazamientos sin vehículo privado motorizado.

El complejo urbanístico de la urbe, diseñado por la consultora singapurense Surbana, tendrá unos 12 kilómetros de longitud y se basa en un modelo de cuadrícula. Cada construcción se ubica en lo que se ha bautizado como una eco-célula, una superficie de 400 por 400 metros, considerada cómodamente transitable a pie. Cuatro eco-células forman un eco-barrio. Y varios barrios forman un eco-distrito, de los que habrá cuatro en la ciudad, diseñada sobre el concepto de un eje, tres centros y cuatro distritos.

Calidad del aire

Unas dos mil personas se han mudado ya a una zona piloto del proyecto casi terminada, y los promotores aseguran haber vendido hasta el momento unos 5.000 apartamentos. El precio del metro cuadrado es bastante asequible incluso para los estándares chinos, de unos 800 euros.

Habrá centros de formación para educar a los residentes en los criterios ecológicos, con el objetivo, por ejemplo, de reciclar el 60% de los residuos mediante su clasificación en cinco categorías, pero cada uno de estos centros previstos tendrá que atender a una media de 30.000 a 35.000 ciudadanos, lo que despierta serias dudas sobre su eficacia.

El proyecto prevé que la calidad del aire –un grave problema en la mayoría de las grandes ciudades chinas– cumpla los estándares mínimos previstos por las leyes nacionales durante al menos 310 días al año, y el nivel máximo durante 155 días, aunque la elevada contaminación de las grandes áreas urbanas e industriales colindantes lo pondrá realmente complicado. Otro objetivo anunciado es que el volumen de emisiones de CO2 no supere las 150 toneladas per cápita por millón de dólares de PIB.

La urbe se levanta sobre tierras que se creían inhabitables y faltas de agua

"Lo que pretendemos es enseñar que la urbanización sostenible es posible y que puede hacerse de manera práctica y económica. Este modelo puede ser imitado por otros lugares de China", asegura Ho Tong Yen, director ejecutivo de la iniciativa.

Las construcciones del proyecto “cumplen con certificaciones basadas en los estándares más avanzados de construcción verde”, asegura Axel Baeumler, autor principal de un informe sobre la sostenibilidad y las ciudades chinas y de un libro sobre Tianjin.

El proyecto se desarrolla en un país fuertemente urbanizado e industrializado durante las últimas décadas siguiendo casi nulos criterios de sostenibilidad. Las ciudades chinas, en las que vivirán 350 millones más de personas en los próximos veinte años, sufren algunos de los niveles de contaminación ambiental más altos del mundo.

En 2011, la población urbana china superó por primera vez a la rural, llegando a los 690,79 millones de personas (el 51,27% del total). El conjunto del país, el más poblado del planeta, pasa de los 1.300 millones de habitantes.

Otro proyecto de ciudad ecológica, Dongtan, con participación británica, que tenía que alojar a 10.000 personas en la isla de Chongming (cerca de Shangai) sin generar emisiones de carbono, fue abandonado debido a la corrupción oficial y problemas de financiación. Por mal que resultara, parece imposible que la Eco-Tianjin no pueda superar la calidad de vida de las restantes ciudades chinas. Y el lugar donde se construye no podía más que mejorar.