La comida es uno de los placeres de la vida, un placer que en los viajes nos permite conocer y degustar sabrosos platos autóctonos y productos nuevos. Al convertirse en una parte esencial de la experiencia viajera, si se quiere practicar un turismo más responsable y sostenible tenemos que hablar de diversos aspectos fundamentales a tener en cuenta sobre el consumo alimentario que contribuyen al desarrollo sostenible de los destinos.

Cuando vayamos a llenar nuestros estómagos, deberíamos marcarnos como referencia el consumo de productos locales, al igual que lo hacemos en nuestra casa, siempre que sea posible y estemos en el lugar en el que estemos. Puede no parecer fácil en algunos destinos, pero son muchas las razones que justifican que el viajero adopte esta actitud:

Deberíamos marcarnos el consumo de productos locales como lo hacemos en casa

- Se producirá una significativa reducción del elemento transporte y, como consecuencia, un menor consumo de combustibles fósiles y un recorte de emisiones de CO2.

-Contribuirá a disfrutar de experiencias de viaje más auténticas, ya que en muchos destinos la gastronomía representa una parte muy importante de la cultura local.

-Ayudará a la preservación de la biodiversidad de alimentos existentes en los distintos rincones del mundo.

-Convertirá los alimentos y la gastronomía local en atracción turística.

- Se estará apoyando la soberanía alimentaria de los pueblos y al desarrollo sostenible del destino y del planeta.

- Se incrementarán los ingresos procedentes del turismo para la población local.

El sabor de la proximidad

Una vez que hemos entendido la importancia del consumo de productos locales, podemos ir más allá y optar por la posibilidad y la necesidad de degustar estos productos, pero además descubriendo su verdadero sabor, probándolos libres de determinados pesticidas, fertilizantes, modificaciones genéticas y otros elementos perjudiciales para la salud.

¿De qué manera? Consumiendo productos ecológicos,que además de ser buenos para nuestra salud, también lo son para el medio ambiente y, en definitiva, para todos.

Por desgracia, hoy por hoy todavía resulta casi imposible realizar una alimentación completa y variada basada en productos locales y ecológicos, incluso en nuestros hogares.

Además, el sistema alimentario global depende fundamentalmente del trasporte, que usa combustibles fósiles, y de los subsidios agrícolas, lo que convierte la alimentación en algo difícilmente sostenible al cien por cien. Esto conlleva la destrucción del tejido agrícola y ganadero locales, el elevado precio de los alimentos ecológicos y la especulación que se realiza con los alimentos básicos.

También es cierto, que en muchas ocasiones, al realizar determinados viajes, y con el objeto de ahorrarnos problemas digestivos, nos vemos obligados a comprar productos importados, a pesar de que nuestra preferencia sea degustar productos locales.

Algunas recomendaciones

Debemos tener en cuenta a la hora de elegir nuestra comida en destinos lejanos coinciden con recomendaciones también a aplicar en nuestro hogar:

-No ir a comprar los alimentos en un vehículo que consuma combustibles fósiles.

Nuestra visita ha de apoyar iniciativas que recuperan la cultura gastronómica del país

-Priorizar el pequeño comercio local frente a los supermercados y grandes superficies.

-Evitar la compra de productos con embalajes innecesarios, sobre todo los que se presentan en bandejas de poliestireno.

-Llevar nuestra propia bolsa a la hora de realizar la compra.

-Evitar el consumo de especies en peligro de extinción.

-Acudir a restaurantes del movimiento Slow Food o KM 0 durante nuestro Slow Trip.

-Buscar restaurantes con pescado procedente de pesca sostenible como los que aparecen en la web www.fish2fork.com, que no se ha obtenido de técnicas de sobreexplotación de recursos y cuenta con políticas de gestión ambientales, con medición y reducción de la Huella de Carbono de la actividad, etc...

-Visitar rutas gastronómicas y contribuir a su protección y valorización.

-Apoyar con nuestra visita iniciativas y restaurantes que recuperan la cultura gastronómica y los platos tradicionales del país como por ejemplo, en América Latina, la cocina prehispánica, declarada por la Unesco un Patrimonio Mundial de la Humanidad.

-Visitar productores locales: esto ayudará a reconocer y valorizar su labor tradicional. Si además son productores de Comercio Justo, ello permite aproximarse de una forma cercana y humana a los agricultores a los que ayudamos con un consumo justo desde nuestro hogar.

Esta actitud de una alimentación responsable debemos adoptarla

- Evitar, en la medida de lo posible, comprar “marcas blancas”, que presionan los márgenes de beneficio de los productores locales y, a medida que aumenta su éxito, incrementan su impacto en el tejido productivo, ya que otorgan un desmesurado poder a las grandes cadenas en lugar de crear un fortalecimiento de la unión consumidor-gran superficie.

-Al comprar un producto no local, es decir, que no se produce en la cercanía, como es el caso del café, el cacao o el chocolate, podemos optar por productos de comercio justo, que además suelen ser orgánicos.

Muchas veces, el marketing que se desarrolla en torno a la alimentación hace que los productos industriales sean más bonitos y atractivos (caso de la fruta) y al respecto tenemos que decir que, aunque probablemente no podamos transformar con nuestras acciones la forma de consumo y producción actual, si tenemos la capacidad de actuar como consumidores sobre la producción, incluyendo elementos éticos en los criterios de compra y provocando un cambio en aquello que se produce. ¡Obviamente, un cambio para mejor!

Esta actitud de una alimentación responsable y sostenible también debemos adoptarla durante nuestros viajes. Ello nos permitirá disfrutar mucho más de la experiencia de conocer nuevos lugares, así como beneficiar a las comunidades locales y al planeta en su conjunto.
Ante todo ¡disfruta de tu viaje y de la cultura gastronómica local de una manera responsable!