Los medicamentos pueden ser buenos para nuestra salud si se usan adecuadamente, pero muy perjudiciales para la del medio ambiente. España cuenta desde hace 12 años con un sistema pionero de recogida y reciclaje de fármacos caducados o en desuso, de restos de medicamentos y sus envases, en el que participan los laboratorios, los distribuidores, las farmacias y –dado que sin ellos nada sería posible– los propios consumidores. Este método ya se ha convertido en un referente a nivel internacional.

"Los medicamentos mal utilizados son los responsables de hasta un 10% de los ingresos de urgencias en los hospitales", advierte Juan Carlos Mampaso, el director general del SIGRE (Sistema Integrado de Gestión y Recogida de Envases), organismo sin ánimo de lucro creado por el sector para el tratamiento adecuado de los mismos.

Por otra parte, su vertido al medio ambiente (por ejemplo, a través de los desagües o inodoros) puede contaminar gravemente ríos y acuíferos, y dañar las formas de vida animales y vegetales que habitan en su entorno.

Para evitar todos estos riesgos, el SIGRE ha dotado a las 20.958 farmacias que participan en el sistema de un contenedor blanco donde los ciudadanos pueden depositar los medicamentos ya innecesarios de sus botiquines. Se trata de un modelo innovador que está siendo estudiado por otros países. En Europa, sólo Francia, Portugal y Hungría disponen de sistemas de recogida selectiva específicos para fármacos.

Cada comercio recoge una media de 14 kilos de materiales al mes en su Punto SIGRE

Los residuos recuperados en las farmacias –cada una acumula 14 kilos al mes de media– son recogidos por los mismos distribuidores que proveen de los medicamentos a los comercios, y éstos los transportan a los almacenes logísticos mayoristas. Allí disponen de un contenedor especial fabricado en polietileno de alta densidad y con unas dimensiones de 1.200 x 1.000 x 750 centímetros con capacidad para albergar 30 bolsas con envases y restos de medicamentos. Colaboran en esta fase del proceso 141 empresas de todo el país.

Desde los almacenes de distribución, los residuos son transportados por agentes autorizados a cinco grandes estaciones de transferencia (situadas en Madrid, Barcelona, Valladolid, Sevilla y Murcia) y, cuando el volumen permite la carga al completo de un camión tráiler –para evitar el impacto ambiental del transporte–, viajan desde ellas a una planta de clasificación en Cerceda (A Coruña), primera de su género en el continente.

En ella se separan los envases reciclables de los medicamentos –clasificados a su vez por materiales, para ser enviados a empresas recicladoras especializadas–, y éstos a su vez de los medicamentos peligrosos. En enero de 2012, el SIGRE adjudicó a Biotran S.L. el contrato para la recogida, clasificación y tratamiento, con una vigencia de cinco años. La empresa debe hacer frente al problema de gestión de un enorme volumen de materiales que, sin embargo, son de muy poco peso: unas 900.000 bolsas anuales de apenas 3,8 kilos de media.

El SIGRE fue creado en 2001 para que el sector pudiera cumplir con la Ley 11/97 de Envases y Residuos de Envases, que sustituyo a la normativa española, la directiva europea al respecto. Pero esa legislación solamente afectaba a los contenedores (cajas, frascos, tubos, aerosoles, ampollas, etc.) de los medicamentos, no a los medicamentos mismos.

Años después, la aprobación de la Ley 29/2006 de Garantías y Uso Racional del Medicamento y Productos Sanitarios confirmó el acierto de la creación previa del sistema, que dispone de un presupuesto anual de unos 10 millones de euros, aportados en su totalidad por las industrias, y da empleo a medio centenar de personas.

Un 70% de concienciación

Poco a poco, la labor de concienciación realizada por el organismo ha calado en la sociedad: según un sondeo del Instituto Nacional de Estadística realizado en 2008, el 85% de los ciudadanos dijo conocer la existencia de los Puntos SIGRE de las farmacias y un 69,5% aseguró que en su hogar se reciclaban medicamentos.

En 2001, cuando nació el SIGRE, un 48% de los encuestados admitía sin rodeos tirarlos a la basura. Pero en pocos años se fue invirtiendo la tendencia. De 2,47 kilos de residuos por cada mil habitantes recuperados en 2003 se pasó a 6,20 kilos en 2010. En 2011, último año del que el SIGRE dispone de datos, la participación ciudadana en el sistema aumentó un 7% respecto al ejercicio anterior.

Entre un 10 y un 15% del total de los materiales recuperados son envases vacíos, de papel, vidrio, plástico u otros materiales. Esta fracción supone la mayor parte del 30% del total recogido en los puntos de las farmacias que se puede reciclar, y que se envía para ello a empresas especializadas.

El 69% de los residuos se quema como combustible, un 30% se recicla y un 1% peligroso se trata aparte

El 69% se valoriza –que incluye la mayoría de los residuos farmacéuticos propiamente dichos, así como los envases no reciclables: tubos de pomadas, ampollas para inyectar, viales, blísters– . Es decir, se incinera de forma controlada para producir energía eléctrica o es usado como combustible en procesos industriales.

Finalmente, algo más del 1%, formado por los residuos –considerados peligrosos como los restos de medicamentos oncológicos– se elimina de manera separada de acuerdo con la legislación vigente.

Por otra parte, un 4% del volumen de lo recogido en los Puntos SIGRE son elementos impropios (gasas, apósitos, agujas, objetos cortantes, termómetros, pilas o radiografías), un porcentaje que las campañas de concienciación tratan de ir recortando.

Una de las apuestas del SIGRE es avanzar en la reducción de residuos en origen impulsando Planes Empresariales de Prevención de Envases en los laboratorios asociados cuyo objetivo es aligerar el volumen y peso de los continentes de los medicamentos. Durante los primeros 10 años se logró reducir en un 15% este peso.

El tercer informe de progreso de SIGRE, correspondiente a 2011, ha sido recientemente distinguido por la ONU con la máxima calificación que el organismo internacional concede a las entidades que se comprometen con los principios del Pacto Mundial de las Naciones Unidas en materia de derechos humanos, normas laborales, medio ambiente y lucha contra la corrupción.

Sólo 327 administraciones y organismos públicos o privados de todo el mundo alcanzaron la categoría de nivel avanzado. Y se trata del segundo año consecutivo que el SIGRE la logra.

El futuro del sistema pasa por la implicación ciudadana. Los colegios farmacéuticos aconsejan revisar los botiquines al menos dos veces al año. Con ello se evitan los problemas asociados al consumo de productos caducados o en mal estado y la automedicación incontrolada. Y el uso de los Puntos SIGRE también protege al medio ambiente. No puede haber otros motivos mejores para colaborar.