El hielo del Ártico se derrite como consecuencia del cambio climático. El fenómeno supone una catástrofe para el planeta ya que éste es un regulador de la temperatura de la Tierra y es indispensable para la sobrevivencia de algunos animales como osos polares, narvales y morsas.

Sin embargo, los gobiernos de los países limítrofes y las compañías petroleras se sienten atraídos por los suculentos beneficios económicos que pueden extraer del deshielo. Así, pretenden repartirse el polo Norte con el objetivo de obtener más territorios y más recursos naturales.

Un estudio de 2008 del Centro de Investigación Geológica de Estados Unidos (USGS) concluyó que casi el 13% de las reservas mundiales de petróleo y el 30% de reservas de gas aún no descubiertas se hallan en el área norte del círculo polar ártico. En concreto, el USGS estima que en dicha zona puede haber hasta 90.000 millones de barriles de petróleo y 1.670 billones de pies cúbicos de gas natural.

Los recursos de petróleo y gas natural no están distribuidos equitativamente entre Eurasia y América del Norte. Según cálculos de USGS, en Eurasia hay el 63% del total –predominantemente gas natural–, mientras que América del Norte tiene alrededor del 36% –sobre todo petróleo, el 65%–. Además, están presentes en cantidades importantes el estaño, manganeso, oro, níquel, plomo y platino. Un paraíso lleno de riqueza que ahora se ve en peligro por la ambición del ser humano.

Las principales amenazas a las que se enfrenta el Ártico son las prospecciones de petróleo, la pesca industrial y los conflictos, según denuncia Greenpeace. La organización medioambiental ha lanzado la campaña Salvar el Ártico con la que persigue conseguir un millón de firmas en todo el mundo, que se llevarán a la zona en una cápsula del tiempo, para que se convierta en un Santuario Global.

La fiebre del oro negro

El calentamiento global permite a las petroleras llegar a lugares hasta ahora inaccesibles. El Gobierno estadounidense ya ha autorizado exploraciones petrolíferas en el Ártico. Según Greenpeace, la compañía anglo-holandesa Royal Dutch Shell es "la principal responsable de abrir la región y provocar una fiebre del petróleo del Ártico y, aunque no es la única, sí está marcando el camino al resto". Y añaden: "Shell ya ha enviado este verano dos plataformas petroleras obsoletas y anticuadas para perforar cinco pozos en los mares de Beaufort y de Chukchi".

Aunque las operaciones de Shell en Alaska han adquirido gran protagonismo en los medios, no son las únicas. Otras empresas como Cairn Energy, Chevron, Exxon Mobil y Statoil ya están desarrollando sus estrategias para sacar tajada del buen negocio que ofrece el deshielo.

Ante tales movimientos, los ambientalistas denuncian el peligro para la humanidad de una posible marea negra, ya que no existen mecanismos eficientes para enfrentar vertidos en semejantes condiciones, particularmente bajo capas de hielo.

Greenpeace ha realizado una investigación sobre los derrames que tienen lugar en el norte de Rusia, en la República de Komi, y sus consecuencias. "La industria petrolera rusa vierte 30 millones de barriles en tierra cada año –siete veces la cantidad volcada en el desastre de la plataforma Deepwater Horizon–, y el derramamiento se encubre con un manto de secretos y corrupción. Además, cada 18 meses más de cuatro millones de barriles de crudo acaban en el fondo del océano, lo que lo convierte en un problema que implica y afecta al mundo entero", sentencia un estudio de la organización medioambiental.

Con tales cifras, Greenpeace alerta de que un desastre similar podría ocurrir en el Ártico como consecuencia de la actividad de la plataforma Prirazlomnaya, situada en el mar de Pechora y propiedad de la compañía estatal rusa Gazprom, quien espera convertirse en la primera empresa que comercializa crudo extraído del Ártico. "Un derrame en esta área pondría en peligro más de 140.000 quilómetros cuadrados de aguas abiertas, así como más de 3.000 quilómetros de costa", dice la ONG.

Paso abierto para las embarcaciones

Otra de las amenazas que afecta al Ártico es la pesca industrial. El uso de redes de arrastre, que consiste fundamentalmente en el empleo de una red lastrada que barre el fondo del mar capturando todo lo que encuentra, es uno de los métodos más invasivos, ya que destruye algas y otros organismos indiscriminadamente y genera un importante número de descartes.

El valor bruto de la producción pesquera en la zona ártica alcanza los 2.500 millones de dólares, según Greenpeace.

Un estudio, publicado en el último número de la revista Nature y realizado por Investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y de la Universidad de Barcelona, concluye que la pesca de arrastre intensiva ha modificado significativamente, en cuatro décadas, el relieve del fondo marino. En su caso han estudiado los efectos sobre el lecho marino de los caladeros de pesca en el talud continental superior, entre los 200 y 900 metros.

Asimismo, un Ártico derretido permite nuevas rutas marítimas, y más rápidas. De marzo a septiembre, el pasaje del Noroeste, en Nunavut, Canadá, y la ruta del Mar del Norte, a lo largo de Siberia, tienen poco hielo y son un camino libre para que los buques acorten la distancia que supone pasar por el canal de Suez o la Ciudad del Cabo.

Un enclave estratégico de la geopolítica mundial

En agosto de 2007 dos minisubmarinos Mir-2 rusos plantaron la bandera del país en una profundidad de más de cuatro quilómetros en el fondo del Océano Ártico. Un acto simbólico reflejo de la tensión existente entre los países con aguas territoriales en la zona. Tanto Rusia como Canadá, Estados Unidos, Noruega y Dinamarca (mediante Groenlandia) no quieren perder la carrera de la nueva conquista del Ártico.

Los cables secretos de la Embajada de EE UU publicados por Wikileaks confirman que las naciones están luchando por "repartirse" los grandes recursos del área. Diplomáticos estadounidenses se refieren a "la posibilidad de un aumento de las amenazas militares en el Ártico", mientras que el embajador de Rusia en la OTAN Dmitry Rogozin en un cable de 2010 afirmó: "El siglo XXI verá una batalla por los recursos y Rusia no debe ser derrotada en esta batalla". El resto de países tampoco se quedan atrás.

La campaña: 'Salvar el Ártico'

Greenpeace quiere Salvar el Ártico. La ONG pide que se declare santuario el área sin reclamar alrededor del polo Norte, lo que ahora se llama Alto Ártico, que se prohíba la exploración y extracción petrolífera, que se vete faenar a las flotas industriales y que el dinero de los gobiernos destinado a ser invertido en la explotación de la zona se destine a impulsar la eficiencia energética de los vehículos así como el despliegue de nuevas tecnologías renovables.

Más de 100 actores de todo el mundo, músicos, exploradores polares y líderes se han convertido en Embajadores del Ártico. Tú también puedes.