Las nuevas tecnologías no son siempre una amenaza para la supervivencia de una forma de vida ancestral, sino que pueden ayudar a fortalecerla. Eso es, al menos, lo que está demostrando la fructífera alianza que ha unido al pueblo indígena del Amazonas brasileño suruí, que se hace llamar paiter, con los ingenieros del gigante de Internet Google.

El resultado de esta insólita colaboración es un mapa virtual de 243.000 hectáreas con el que esta tribu ha monitorizado la exuberante selva que ha sido su hogar desde tiempos remotos.

Sumario

 

Utilizando la cartografía que proporciona Google Earth (visor de imágenes de satélite de la Tierra), sistemas de posicionamiento global (GPS) y otras tecnologías, y gracias a la inmediatez que permite Internet y los nuevos dispositivos móviles, los suruí se han convertido en los guardianes de un tesoro de biodiversidad casi intacto.



A California por el Amazonas



Todo comenzó en el año 2007, aunque habría que remontarse varias décadas para entender mejor el marco en el que la singular iniciativa cogió forma. Hasta el año 1969, los suruí vivían en comunión con las tupidas e impenetrables junglas que rodean su demarcación en el estado de Rondonia, al norte del país. Ese año, la construcción de la autopista BR 364 hizo accesible su reserva al resto del mundo. Fue entonces cuando comenzó el imparable proceso de deforestación que hoy amenaza con engullirles.

Las talas ilegales de grandes cantidades de árboles en zonas aledañas se hicieron cada vez más frecuentes, los límites de su territorio fueron una y otra vez invadidos. Y, además, las enfermedades que trajeron los nuevos pobladores redujeron casi al 10% su población.

Conscientes de que sin sus florestas no podrían sobrevivir, en 1992, los indígenas escogieron un consejo de líderes para trazar un plan de futuro. Uno de los elegidos fue Almir Suruí, el primer miembro de la comunidad con estudios universitarios.

Cuando Almir descubrió Internet y Google Earth, lo primero que hizo fue buscar su casa con ayuda de las imágenes por satélite. La vista aérea de la reserva, un oasis verde ubicado en el centro de una zona casi totalmente deforestada, lo dejó en estado de shock.

Inmediatamente supo que la puerta a la que debía llamar para pedir ayuda estaba en California. Y hasta allí viajaría, con su tocado de flores y plumas, en 2007, donde la responsable de Google Earth y su rama social, Google Outreach, Rebecca Moore, le recibiría con los brazos abiertos.



Tecnología para preservar la tierra



La propuesta que Almir llevaba era generar, con la ayuda de las nuevas tecnologías, un mapa interactivo de la biodiversidad de la tierra de los suruí que sirviera para preservar el ecosistema. "Pedí ayuda a Google para poder mostrar al mundo la cultura de mi pueblo, porque eso nos daría fuerzas para enseñar lo que está ocurriendo aquí" explica a los medios de comunicación. "Es una gran responsabilidad trabajar con una tecnología tan distinta a nuestra cultura, pero no es imposible" asegura Almir.

Por su parte, Rebeca Moore afirma a la BBC: "Escuchamos historias sobre la amenaza que representan las madereras ilegales y las empresas mineras, sobre las personas asesinadas, sobre el hecho, incluso, de que hay una recompensa por la cabeza del propio Almir, por liderar los esfuerzos de su pueblo para resistir a las madereras. Nos quedó muy claro que él tiene una idea muy sofisticada de cómo la tecnología moderna puede ayudar a los pueblos tradicionales a fortalecerse, fortalecer sus cultura, proteger y preservar sus tierras y reducir la brecha entre la vida tradicional y la moderna".



Combatir la deforestación en tiempo real



A partir de ese primer encuentro, se inició un periodo de formación y los 20 miembros más jóvenes de la tribu amerindia se desplazaron a Cacoal para aprender a usar las principales herramientas de Google.

En 2009 llegaron los primeros smartphones, teléfonos inteligentes equipados con el sistema operativo Android, y a los que Google añadió programas especiales para recoger y enviar datos desde cualquier punto de la selva.

Esa información no sólo sirve para testar la salud de la Amazonia y cartografiar el patrimonio natural de los suruí, sino para alertar, a golpe de clic, de su rápido deterioro. Y lo más importante: hace posible denunciar la deforestación allí donde está sucediendo y enviar imágenes de forma inmediata a las autoridades competentes.

"Estamos vigilando y protegiendo nuestras tierras. Hacemos nuestra parte cada vez que denunciamos una tala ilegal. Arriesgamos nuestra vida para proteger el medio ambiente" asegura Almir. "Cualquier persona que participe en una actividad ilegal debe ser castigada" añade.



Los suruí en la red



El atlas en 3D que Google Earth y los suruí han creado es mucho más que un inventario de la flora y la fauna de este territorio tropical, en el que se han recreado, con técnicas de animación, más de 90 millones de árboles. El resultado se acerca más a una radiografía que dibuja y rescata para las nuevas generaciones la historia de la tribu, su cultura y sus tradiciones.

Navegando a golpe de ratón, cualquier ciudadano del planeta con acceso a Internet puede recorrer las zonas en las que tuvieron lugar enfrentamientos históricos entre esta comunidad y otras tribus o expediciones no indígenas. Puede visitar Lapetanha, la principal aldea de la reserva y descubrir el origen de su fundación. O puede aprender sobre el Genipapo, el árbol del que los suruí extraen el pigmento con el que decoran su cuerpo, con diferentes dibujos y motivos, según el ritual que vayan a celebrar.

El mapamundi no sólo protege la selva, sino que guarda la memoria colectiva de este pueblo, situando sobre un plano virtual los sitios sagrados y los enclaves donde se encuentran los animales amenazados, como los jaguares y los tucanes.

Podría decirse que el mapa es, en realidad, un compendio de la visión del mundo de los suruí, un pueblo que tardó muy poco tiempo en ver claro que, para defender su modo de vida, había llegado el momento de cambiar el arco y las flechas por el ordenador portátil y las nuevas tecnologías.

El desafío consiste ahora en replicar la iniciativa en otros países de América del Sur, donde buscadores de oro, madereros, ganaderos y granjeros están devorando pedazos de la Amazonia. Según datos oficiales del Gobierno carioca, 2.049 quilómetros cuadrados de bosque fueron talados ilegalmente en los últimos 12 meses.