Mientras millones de africanos carecen de acceso al agua potable –y algunos, en zonas afectadas por la sequía, a cualquier clase de agua–, la mayoría de ellos caminan sobre inmensas reservas de agua dulce que podrían multiplicar por 100 los recursos hídricos de la superficie del continente –de unos 0,66 millones de quilómetros cúbicos– y satisfacer todas sus necesidades.

El descubrimiento fue realizado este año por un equipo investigador del Servicio Geológico Británico (BGS), en el que también participaron especialistas del University College de Londres y que fue financiado parcialmente por la agencia de cooperación internacional del Reino Unido.

Su objetivo era trazar un mapa donde se localizaran los acuíferos subterráneos africanos y tratar de calcular qué cantidad de agua se acumula en ellos. "Hasta entonces, estos recursos se clasificaban simplemente en zonas de alto potencial, bajo potencial o sin potencial. Esa era toda la información", señala Helen Bonsor, hidrogeóloga del BGS y una de las firmantes del trabajo.

Recopilando los datos de 283 estudios locales y confrontándolos con los mapas geológicos oficiales de los 54 gobiernos africanos, el equipo logró identificar la mayor parte del agua existente bajo los a menudo cuarteados suelos del continente.

Según la investigadora, "donde se encuentra mayor almacenamiento de agua subterránea es en el norte de África, en las grandes cuencas sedimentarias de Libia, Argelia, Egipto, Sudán y Chad. Esas cuencas tienen un grosor equivalente a 75 metros de agua, lo que es una cantidad enorme". Los expertos creen que en estas zonas situadas bajo el desierto del Sahara, el agua dejó de acumularse hace unos 5.000 años, cuando el clima en la zona era muy distinto del actual.

El detalle del estudio permite situar incluso pozos que podrían proveer de entre uno y cinco litros por segundo. "Este trabajo demuestra que si se gestiona adecuadamente este recurso que está esperando allí abajo, con una buena gobernanza y tecnología adecuada para acceder a los acuíferos, se podría aliviar la falta de agua en el continente", opina Bonsor.

Agua y pobreza

"La falta de agua es un factor que contribuye a la pobreza, porque obliga a la gente a emplear mucho tiempo para obtenerla que podría dedicar a estudiar o desarrollar sus negocios", expone la investigadora británica. El 60% de los africanos vive en zonas rurales, y cuatro quintas partes de ellos dependen de las aguas subterráneas para sobrevivir.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que en muchas regiones de África, las mujeres –encargadas habitualmente de esta tarea– dedican un mínimo de cuatro horas al día a desplazarse a los pozos o fuentes para acarrear hasta sus casas hasta 25 litros de líquido en viajes de un promedio de seis quilómetros. La organización internacional ha establecido como objetivo que nadie tenga que desplazarse más de un quilómetro y dedicar a ello más de 30 minutos al día, aunque no parece cercano el día en que ello sea posible.

La OMS estima que unos 300 millones de africanos no tienen acceso a agua potable y limpia, lo que contribuye enormemente a la expansión de enfermedades de todo tipo por el continente, debido a la ingestión de agua contaminada o a la falta de higiene personal y en las casas.

Y el todavía fuerte crecimiento demográfico en la mayoría de países –la ONU calcula que los 1.200 millones de africanos, 10 veces más que hace un siglo, pueden ser más de 1.750 millones en el año 2050– aumentará enormemente la demanda para consumo humano directo o para la agricultura y la ganadería en un continente donde sólo el 5% de la superficie cultivada es de regadío.

Tras la publicación del mapa realizado por el equipo británico en la revista Environmental Research Letters, el dilema es ahora cómo se puede aprovechar racionalmente un recurso tan abundante como necesario. Otro de los autores del estudio, Alan MacDonald, se mostró contrario al desarrollo de prospecciones profundas a gran escala: "Una perforación honda no debe ser realizada sin un conocimiento de las condiciones de las aguas subterráneas locales. Es probable que pozos superficiales en lugares apropiados para suministro rural de agua accionados con bombas manuales sean suficientes en muchos lugares", declaró a la BBC.

Pozos superficiales

"No es tan simple como perforar grandes agujeros y ver crecer los campos de arroz por todas partes. Es precisa una evaluación detallada lugar por lugar. Muchos proyectos de extracción han fallado debido a los costes o a problemas logísticos", advierte el consultor y especialista en aguas subterráneas del Global Water Partnership, Stephen Foster.

Una extracción superficial haría posible que el agua se administrara mejor y permitiría una cierta recarga de las reservas. "Hasta en los acuíferos pequeños en zonas semiáridas donde llueve muy poco en la actualidad, el agua puede permanecer en el suelo de 20 a 70 años. Así que, al ritmo actual de extracción, las aguas subterráneas podrían seguir proporcionando un colchón de seguridad ante la variabilidad climática para el consumo y el riego a pequeña escala", explica Bonsor.

Sin embargo, los mayores acuíferos, situados bajo el Sahara, se encuentran a gran profundidad, a entre 100 y 250 metros bajo la superficie, lo que imposibilita el uso de pequeñas bombas impulsoras, que sólo son efectivas hasta una profundidad de unos 50 metros.

Los autores del estudio se mostraron sorprendidos de que la capacidad de acumulación de agua subterránea en algunas zonas áridas de África fuera mucho mayor de la que esperaban. Según otra investigación del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y el Centro Mundial Agroforestal, el problema de África no es la falta de agua, sino la imposibilidad de recogerla.

Según estos organismos, el continente recibe cada año agua de lluvia en un volumen que podría satisfacer las necesidades de 9.000 millones de personas, y solamente en Etiopía, donde apenas la quinta parte de sus 84 millones de habitantes disfruta de suministro doméstico, cae del cielo líquido suficiente para la subsistencia de 520 millones.