Los Juegos Olímpicos de Londres 2012, que se inician el próximo viernes 27 en la capital británica, garantizan ser los más verdes de la historia. No es una novedad. Como tantos gobiernos, empresas, organismos civiles e incluso personajes famosos, los organizadores de las últimas citas olímpicas han descubierto que la apuesta, o a menudo la simple promesa, de la sostenibilidad aporta grandes beneficios a sus proyectos en el terreno de la imagen pública.

Aunque es dudoso que pueda considerarse alguna vez ambientalmente neutro un evento que requiere una construcción masiva de infraestructuras –que muchas veces no vuelven a utilizarse tras las competiciones– y la movilización de cientos de miles de personas hasta y por la ciudad elegida como sede, incluso los más acérrimos ecologistas admiten que en las olimpiadas de Sidney 2000 se hicieron grandes esfuerzos en materia de reducción de la huella ambiental del acontecimiento deportivo. Desde luego, la última edición, la de Pekín 2008, celebrada en una de las urbes más contaminadas del planeta, no fue el mejor ejemplo en este terreno.

"El programa verde de los juegos de Sidney era muy bueno, pero Atenas y Pekín no siguieron con la tendencia", señala Shaun McCarthy, que dirige la comisión de desarrollo sostenible de los juegos, independiente del comité organizador. McCarthy está al frente de la entidad sin ánimo de lucro Action Sustainability, que asesora a instituciones y empresas, y ya había colaborado anteriormente en el diseño del transporte público londinense.

Al frente de la estrategia que debe velar por minimizar la huella de los juegos olímpicos y paralímpicos de la capital británica en el comité organizador (el LOCOG, en sus siglas en inglés) se halla David Stubbs, un especialista en impacto de los campos de golf que ya trabajó en Sidney 2000.

La organización afirma que sus principales objetivos ambientales son una baja emisión de carbono

Los Juegos de Londres 2012 incorporarán 26 deportes olímpicos y otros 20 paralímpicos, en los que participarán 14.700 atletas, sobre los que informarán 21.000 periodistas y técnicos de los medios de comunicación y que serán seguidos en los recintos deportivos por 10,8 millones de espectadores. El presupuesto inicial del acontecimiento, de unos 3.270 millones de euros, se ha disparado finalmente hasta los 10.710 millones.

La organización afirma que sus principales objetivos ambientales son una baja emisión de carbono, un balance cero residuos, un sistema de transporte "sostenible y accesible", el uso de la olimpiada como un escaparate de "los beneficios económicos de la sostenibilidad", la promoción de un modo de vida responsable haciendo del desarrollo sostenible "una parte visible de los juegos" y que el legado olímpico contribuya a "la regeneración de las comunidades del Este de Londres".

Algunas de las medidas adoptadas resultan visibles en el estadio olímpico, el corazón de la cita deportiva que concitará la atención del mundo entre el 27 de julio y el 12 de agosto. En su construcción se han utilizado materiales reciclados –entre ellos las tuberías de gas reutilizadas que componen el anillo superior– o un hormigón con un 40% menos de carbono de lo habitual.

El pabellón sede de los torneos de baloncesto y balonmano está cubierto por una carpa de PVC reciclable cuya estructura se desmantelará tras los juegos y será trasladada a Rio de Janeiro para utilizarla en los próximos, que la ciudad brasileña acogerá en 2016, mientras las gradas interiores también serán reaprovechadas en diversos recintos deportivos del Reino Unido. El velódromo, diseñado para alcanzar una alta eficiencia energética, dispone de un sistema de ventilación natural que evitará recurrir al aire acondicionado.

Reutilizar los materiales

Por lo que respecta a los residuos, se ha elaborado un plan que incluye alargar al máximo la vida útil de todos los objetos utilizados, reciclar el mayor volumen posible y, en el caso de los que vayan a ser incinerados, aprovechar esta operación para generar gas utilizable como fuente de energía. El objetivo final es que los vertederos británicos no engorden por culpa de la olimpiada londinense.

En el terreno de la movilidad, además de limitar la huella de carbono del sistema oficial de transporte de los participantes y público, la meta es conseguir que se realicen un millón de desplazamientos diarios a pie o en bicicleta. Para favorecer el uso del transporte público, en el parque olímpico de Stratford, epicentro de los juegos, sólo se han construido aparcamientos para las delegaciones deportivas y las autoridades. Según los datos oficiales, el 60% de los materiales utilizados en la construcción de las instalaciones olímpicas se llevaron hasta Londres por ferrocarril.

Los restos de comida se reciclarán convirtiéndose en abono orgánico

Durante la construcción del complejo olímpico del East London se descontaminaron dos millones de toneladas de tierra que se pudieron reutilizar en su construcción evitando con ello un enorme trasiego de camiones. En la zona se han plantado 2.000 árboles y 300.000 plantas que formarán un parque público de zonas húmedas junto al Támesis tras las olimpiadas. Por el contrario, el proyecto de levantar un aerogenerador en el parque fue finalmente abandonado.

En el campo de la alimentación, y pese a que McDonalds, una empresa con una dudosa hoja de servicios ambiental, será el proveedor oficial exclusivo, se ha apostado por el uso de productos de proximidad y de pescado cuya obtención haya respondido a criterios de sostenibilidad. Los restos de comida se reciclarán convirtiéndose en abono orgánico y la multinacional estadounidense se ha comprometido a aprovechar el aceite de freír como materia prima para la elaboración de biocombustibles que usará su flota de vehículos. Está previsto que durante los juegos se sirvan 14 millones de consumiciones.

Pero, como recuerdan los más críticos con el evento, otro de los patrocinadores de los juegos es la multinacional química Dow Chemical, propietaria de la planta de insecticidas que causó la terrible catástrofe ambiental de Bhopal (India) en 1984, que causó la muerte a unas 20.000 personas y terribles secuelas a otras 150.000. También posee las controvertidas minas de Utah (Estados Unidos) en las que se obtuvo el metal con el que se han fundido las medallas de Londres 2012, explotaciones que han sido objeto de diversas denuncias.

La comisión de desarrollo sostenible que preside McCarthy ha criticado asimismo la construcción de una torre de 114 metros de alto por encargo del no menos controvertido consorcio metalúrgico Arcelor Mittal en la que se emplearon 1.500 toneladas de acero. La torre Orbyt, del escultor angloíndio Annish Kapoor, se alza junto al estadio olímpico como un ejemplo contradictorio con la racionalidad ambiental que la organización proclama a los cuatro vientos, y que desde el día 27 será puesta a prueba.