Existen distintos modelos de banca o de finanzas llamadas éticas. En este contexto, ¿dónde se sitúa COOP 57?


Las finanzas éticas buscan, por un lado, garantizar que se utilicen una serie de criterios éticos y sociales en las políticas de inversión de capital y, por otro, apostar por aquellas empresas o entidades cuyas actividades reviertan en la sociedad. A partir de ahí conviven diferentes modelos. Encontramos entidades que siguen una estructura de banca comercial pero que se comprometen a invertir sólo en sectores y actividades que consideran positivas para la sociedad. Pero hay quien va un poco más allá y enfoca la tarea hacia la transformación social desde el punto de vista económico. Nosotros nos identificamos con el segundo modelo. Creemos que las finanzas son el elemento que debe sustentar las alternativas al modelo actual, y eso también pasa por reinventar la gestión y el funcionamiento del propio instrumento financiero.

¿Cómo funciona la cooperativa?


COOP 57 no es propiamente un banco. Hacemos finanzas éticas pero, en realidad, podríamos decir que somos una cooperativa de servicios financieros. Lo que hacemos es recoger el ahorro popular para apoyar económicamente proyectos de economía social y solidaria con lo que, a su vez, volvemos a crear ahorro.
La primera diferencia fundamental con los bancos convencionales es que no tenemos clientes, tenemos socios. Nos regulamos internamente, y todo lo que se hace y la forma en que se hace se decide entre todos. Cualquier persona o entidad que quiera optar a financiación tiene que ser socia, y eso le da una perspectiva distinta, porque puede incidir tanto en el proceso de funcionamiento interno como en la decisión del uso que se dará al dinero. De momento tenemos una capacidad de actuación limitada. Sólo podemos ofrecer productos de ahorro a los particulares, pero no crear una cuenta corriente o domiciliar nóminas.

Por lo tanto, son los socios (o los ahorradores) quienes deciden a dónde va su dinero.


Exacto. Hay gente que tiene suficiente con saber que su dinero está depositado en la banca ética pero, en nuestro caso, cualquier socio puede participar en todo el proceso de administración de los fondos. Además, al estar sujetos a nuestro propio reglamento interno, lo vamos construyendo entre todos a la medida de nuestras necesidades.

¿Cómo se comprueba que los proyectos son éticos?


Entendemos que el contacto más o menos continuo con la gente da una idea de quiénes son, cuál es su trayectoria, cómo les va... y de eso sólo se puede estar seguro cuando existe una proximidad geográfica. Cuando sólo operábamos en Cataluña esto no era difícil de gestionar, pero poco a poco nos han ido llegando peticiones de financiación de entidades de otras comunidades. Para poder seguir dando confianza a los socios, lo que hemos hecho es organizarnos en red. Aquellos territorios que cuentan con una base de entidades y personas vinculadas a la economía social y solidaria pueden constituir una sección, que tiene plena autonomía para decidir qué préstamos concede o qué entidades deben ser socias. Actualmente tenemos secciones en Aragón, Madrid, Galicia y Andalucía.

Entonces han experimentado un gran crecimiento...


Pues sí. En un principio creamos algo nuevo pero sin saber muy bien hacia dónde iba porque no conocíamos referentes. Al cabo de un tiempo, nos dimos cuenta de que debíamos romper un poco el círculo del cooperativismo y empezamos a pensar en vincular el movimiento de las finanzas éticas con la economía social. Otro momento importante fue en 2003 con la segunda guerra de Iraq, cuando mucha gente empezó a preguntarse qué intereses había detrás de un conflicto hacia el que la sociedad manifestó un rechazo contundente. A partir de ahí, un grupo amplio de personas buscó alternativas a los bancos convencionales que, en muchos casos, financiaban a empresas armamentísticas o de reconstrucción de los países invadidos.

¿Cómo les ha afectado la crisis?


Ha sido otro momento importante, en especial cuando la denuncia de los indignados del 15-M toma visibilidad. La indignación lleva a buscar alternativas, y a partir de ahí mucha gente ha contactado con nosotros. Cuando estalló la crisis, intuimos que quizá recibiríamos muchas solicitudes de préstamo a las que quizá no podríamos responder porque los bancos y cajas de ahorros iban a cortar el crédito. Establecimos una serie de prioridades que no tuvimos que aplicar, porque las peticiones crecieron mucho pero también el número de gente que sacó sus ahorros de los bancos convencionales para traerlos aquí. Desde entonces registramos un crecimiento exponencial.

Las distintas modalidades de banca o finanzas éticas ¿cubrirían las necesidades de una persona que quisiera desvincularse totalmente de la banca convencional?


El abanico que existe hoy podría cubrirlo prácticamente todo. El Triodos Bank, que sigue el modelo más convencional, puede gestionar las operaciones más comunes (apertura de cuentas corrientes, domiciliación de nóminas y recibos y emisión de tarjetas de débito para disponer de efectivo desde cajero). Es posible que, a finales del año que viene, FIARE también disponga de una mayor infraestructura en nuestro país. Y después están las cajas de créditos cooperativas como la Caja de Ingenieros o la antigua Caja de Abogados. Los criterios de las finanzas cooperativas son próximos a las finanzas éticas.

Existen diferentes instrumentos que cumplen diversas funciones. Un banco ético podrá ofrecer servicios que nosotros no tenemos, pero sus respectivos bancos centrales les exigirán unas normas de funcionamiento de las que nosotros podemos prescindir porque podemos decidir de forma autónoma. No queremos dar dinero a quien ya tiene. Hay proyectos que merecen crédito en sentido literal y eso debe plasmarse en crédito financiero. Entre los socios de la cooperativa podemos definir las reglas del juego y adaptarlas a cada caso.

¿Se perfila un cambio en el sistema financiero?


Ése es el objetivo. Somos pocos, pero estamos creciendo. Y lo importante no es nuestro crecimiento, sino el hecho de que es un síntoma de que también lo hace la economía social. Y eso es positivo, porque el actual sistema económico sólo funciona bien para un determinado sector y no para el grueso de la sociedad.